La explicación a este fenómeno tal vez se centre en que el reggaetón, como ningún otro ritmo antes, ha logrado convertirse en algo más que un baile insolente para afirmarse como un estilo de vida que responde al ideal latinoamericano por excelencia. Nunca antes habían sido tan interdependientes las palabras conjugadas que permiten que cualquier persona común pueda cantar la letra de que tratan los temas. El reggaetón es el punto más elevado y "artístico" de la ideología traquetera; es la validación musical del principio mafiosesco "yo hago mis propias reglas"; es la ratificación de la antigua y muy paternal frase "porque sí, porque soy yo". En Cali, es muy comun ver carros costosos, "engallados" y con reggaeton a todo volumen, donde se bajan unos personajes ostentando cadenas de oro y plata, grandes relojes y ropa con diamantes y objetos que iluminen. Cabe resaltar, que de estos carros se bajan sus mejores trofeos: mujeres que cuestan casi lo mismo que el carro de donde se bajaron, mostrando cuan "capo" es quien las "engallo". Este género musical se ha impuesto como una forma distinta para hacer dinero sin dejar a un lado la mentalidad mafiosa que habita en cada individuo.
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